Una tortuga quiere saber a qué sabe la luna. Sube a la montaña más alta pero no llega y pide ayuda al elefante, que sube sobre el caparazón de la tortuga pero tampoco llega, y pide ayuda a la jirafa... Se van añadiendo animales hasta que el más pequeño, el ratón, alcanza la luna, arranca un pedazo y da un trocito a cada animal, que se va a dormir pensando que la luna sabe a lo que más le gusta a él.

La estructura repetitiva y la acumulación de personajes hará que los niños más pequeños sigan la historia sin dificultades. Sin embargo, os recomendamos que la primera vez que expliquéis la historia lo hagáis con vuestras palabras siguiendo la secuencia de ilustración, ya que la lectura del relato textual se les hace larga a los más pequeños.

A las libreras del Pati de llibres nos gusta recomendar este álbum porque es un libro "de largo recorrido", con varias lecturas con diferentes grados de profundización. En una lectura podéis poner el énfasis en la importancia de la cooperación y el trabajo en equipo para conseguir buenos resultados: Todos juntos, con una estrategia compartida, los animales consiguen saber a qué sabe la luna. En otra podéis trabajar el primer cierre de la historia, en el que cada animal se acuesta pensando que la luna sabe a lo que más le gusta a él. Y podéis mostrar a los niños como el punto de vista de cada uno hace que las preferencias, opiniones y decisiones propias sean diferentes de las de los demás. Y aún en otra lectura podéis centrar la atención en el humor con que termina el libro, cuando el pez habla del reflejo de la luna en el agua como si se tratase realmente de la luna.

Y si queréis hablar de la ilustración, llevadlos a observar el papel de acuarela que Grejniec ha utilizado como fondo de trabajo para los animales y la misma luna. Hace que casi podamos tocarlos (¡y comerla, en el caso de la luna!) incluso con el libro impreso en papel liso y satinado.