En la selva vive un grupo de elefantes. Hay elefantes grandes, pequeños, jóvenes, viejos, gordos, delgados, con la trompa larga, con la trompa corta, etc. Tienen en común su color de elefante, todos menos uno, Élmer, cuyo cuerpo está lleno de cuadrados de colores: rojo, azul, verde, naranja, negro, blanco... Es el elefante más alegre y divertido, y bromea continuamente. Todos lo conocen y se lo pasan bien con él. Un día Élmer duda de si ríen con él o se ríen de él y resuelve pintarse el cuerpo de color de elefante, como los demás, para pasar desapercibido. Su forma de ser le lleva a bromear con el grupo otra vez al ver a los elefantes aburridos. Y los otros se alegran de ver a Élmer tal como es. Gracias a su sentido del humor Élmer recupera la confianza en sí mismo y se da cuenta de la aceptación que lo rodea.

El peso de la narración está en el desarrollo de la secuencia de la imagen, así que podéis contar la historia a los más pequeños centrando la atención en las ilustraciones. Seguirán la lectura del álbum de izquierda a derecha observando lo que va pasando en cada doble página cada vez que paséis la hoja. Y eso les hará fijarse en la dirección que toma Élmer (de izquierda a derecha) cuando atraviesa la selva para disfrazarse y cuando vuelve ya disfrazado (de derecha a izquierda).

Si observáis el uso de los colores, veréis que hay relación entre los estados de ánimo y la elección de la paleta. En los momentos de alegría y bienestar McKee utiliza colores cálidos para transmitir esas sensaciones, mientras que usa colores fríos cuando la emoción se acerca a la inquietud o el malestar.

La historia funciona de todas las maneras y con todas las edades: narrada sin apoyo visual, leída, contada mientras se enseña el libro...

Permite trabajar en casa y en el aula el valor de la diferencia, la aceptación de uno mismo y de los demás, la diversidad, la tolerancia y el respeto. Y poner énfasis en la importancia de formar parte del grupo aportando las propias singularidades.